RADIOLOGÍA INTERVENCIONISTA
Los Radiólogos Intervencionistas son médicos radiólogos que se subespecializan en tratamientos mínimamente invasivos y dirigidos. Ofrecen el conocimiento más profundo sobre los tratamientos menos invasivos disponibles asociados con la experiencia clínica y de diagnóstico en todas las especialidades.
Utilizan rayos X, imágenes por resonancia magnética y otras técnicas de diagnóstico por imagen para introducir un catéter en el cuerpo, por lo general, en una arteria, para realizar tratamientos en el origen de la enfermedad internamente.
Actualmente, muchas de las afecciones que en algún momento requirieron cirugía pueden ser tratadas en forma menos invasiva por radiólogos intervencionistas.Los tratamientos de radiología intervencionista ofrecen menos riesgos, menos dolor y menos tiempo de recuperación en comparación con la cirugía abierta.
CASOS DE ÉXITO
MIOMAS UTERINOS: TRATAMIENTO SIN CIRUGÍA
Alfonso Spath, un médico con visión Caribe
Los miomas uterinos son tumores no cancerosos (benignos) que se forman dentro de la pared muscular del útero. Aunque los miomas no siempre provocan síntomas, su ubicación y tamaño pueden ocasionar problemas en algunas mujeres, entre ellos, dolor y sangrado abundante.
Generalmente mejoran después de la menopausia cuando disminuye dramáticamente el nivel de estrógenos, la hormona femenina que circula en la sangre. Sin embargo, es posible que las mujeres menopáusicas que consuman estrógenos suplementarios (hormonoterapia de reemplazo) no sientan alivio en los síntomas.
Los miomas varían en tamaño desde muy diminutos hasta alcanzar el tamaño de un melón o más grandes. En algunos casos, pueden provocar el crecimiento del útero hasta alcanzar el tamaño de un embarazo de 5 meses o más. Los miomas pueden estar ubicados en varias partes del útero. Existen tres tipos principales de miomas uterinos:
Miomas subserosos, que se forman en la porción externa del útero y se expanden hacia afuera. Generalmente no afectan el flujo menstrual de la mujer, pero pueden resultar incómodos debido a su tamaño y a la presión que provocan.
Miomas intramurales, que se forman dentro de la pared uterina y se expanden, lo que hace que el útero se sienta más grande de lo normal. Estos son los miomas más comunes. Este tipo de mioma puede provocar un flujo menstrual más abundante y presión o dolor en la zona pélvica.
Los miomas submucosos se encuentran profundos dentro del útero, justo debajo de la pared de la cavidad uterina. Estos son los miomas menos comunes, pero a menudo provocan síntomas, entre ellos, períodos menstruales muy abundantes y prolongados.
Es posible que escuche que se refieran a los miomas con otros nombres, incluidos mioma, leiomioma, leiomiomata y fibromioma.
- Períodos menstruales abundantes y prolongados, y sangrado mensual poco común, a veces con coágulos
- A menudo, esto conduce a la anemia
- Dolor pélvico
- Sensación de pesadez o presión en la zona pélvica
- Dolor en la espalda o en las piernas
- Dolor durante las relaciones sexuales
- Presión en la vejiga que conduce a una necesidad constante de orinar
- Presión en los intestinos que conduce al estreñimiento y a la distensión abdominal
- Abdomen con agrandamiento anómalo.
Los miomas uterinos son muy comunes, aunque a menudo son muy pequeños y no ocasionan problemas. Entre un 20 y un 40 por ciento de las mujeres de 35 años y mayores padecen de miomas uterinos de un tamaño significativo.
Por lo general, los miomas se diagnostican durante un examen ginecológico interno. El ginecólogo realiza un examen pélvico para sentir si el útero está agrandado. La presencia de miomas se confirma más a menudo con una ecografía abdominal. Los miomas también pueden confirmarse al emplear las técnicas de diagnóstico por imagen de resonancia magnética y tomografía (TAC).
El tratamiento adecuado depende del tamaño y la ubicación de los miomas, así como también de la gravedad de los síntomas. La mayoría de los miomas no provocan síntomas y no se tratan. Cuando provocan síntomas, la terapia con fármacos es, a menudo, el primer paso en el tratamiento. Es posible que esto incluya el uso de pastillas anticonceptivas u otra terapia hormonal o el consumo de antiinflamatorios no esteroideos como el ibuprofeno o el naproxeno sódico. En muchas pacientes, los síntomas se controlan con estos tratamientos y no se requiere ninguna otra terapia. Sin embargo, algunas terapias hormonales sí tienen efectos secundarios y otros riesgos cuando se utilizan en forma prolongada. Por lo tanto, se utilizan generalmente en forma temporal.
A menudo, si se suspende la terapia, los miomas vuelven a crecer. El siguiente paso es intentar una terapia más invasiva. Las opciones de tratamiento más comunes son las siguientes: Embolización de arterias uterinas (o miomas), durante este un radiólogo intervencionista realiza una incisión diminuta en la ingle y coloca un pequeño tubo denominado catéter a través de la arteria. Cuando el catéter alcanza la arteria uterina, el radiólogo intervencionista lentamente inyecta partículas de plástico diminutas del tamaño de granos de arena en los vasos. Las partículas fluyen primero hacia los miomas y se atascan en los vasos y no pueden dirigirse a otras partes del cuerpo. Esto bloquea el flujo sanguíneo hacia el tumor, lo que provoca que se contraiga.
Miomectomía: es una intervención que elimina los miomas visibles de la pared uterina. La miomectomía, como la embolización de miomas uterinos deja al útero en el lugar, y por lo tanto, preserva la capacidad de la mujer de procrear. Existen varias maneras de llevar a cabo una miomectomía, entre ellas, la miomectomía histeroscópica, miomectomía laparoscópica y miomectomía abdominal. Miomectomía histeroscópica: se utiliza solo para los miomas que se encuentren justo por debajo de la pared del útero y que sobresalen hacia la cavidad uterina. No es necesaria una incisión quirúrgica. El médico introduce un tubo flexible (histeroscopio) en el útero a través de la vagina y el cuello uterino, y elimina los miomas al emplear herramientas quirúrgicas especiales adaptadas al tubo. Por lo general, esto se trata de una intervención ambulatoria que se lleva a cabo mientras la paciente se encuentra anestesiada.
Miomectomía laparoscópica: se emplea si el mioma se encuentra en la parte exterior del útero. Las pequeñas incisiones se realizan para que el médico pueda introducir una sonda con una cámara diminuta adjunta y otra sonda adaptada con instrumentos quirúrgicos dentro de la cavidad abdominal y eliminar los tumores. Se lleva a cabo mientras la paciente se encuentra inconsciente y bajo los efectos de una anestesia general. El promedio de tiempo de recuperación es de aproximadamente dos semanas. Miomectomía abdominal: Es una intervención en la que se realiza una incisión en el abdomen para acceder al útero y en la que se realiza otra incisión en el útero para eliminar el tumor.
Una vez que se eliminen los miomas, se puede coser y cerrar el útero. La paciente recibe anestesia general, lo que requiere que permanezca en el hospital durante varios días. Si bien la miomectomía resulta exitosa con frecuencia para controlar los síntomas, mientras más miomas haya en el útero de la paciente, generalmente, es menos exitosa la cirugía. Además, puede que los miomas vuelvan a crecer muchos años después de la miomectomía.
Histerectomía: Aproximadamente un tercio de más de medio millón de histerectomías que se realizan en los Estados Unidos cada año se deben a los miomas. En una histerectomía, se elimina el útero mediante una intervención quirúrgica abierta. Esta operación se considera una cirugía mayor y se lleva a cabo mientras la paciente se encuentra bajo los efectos de la anestesia general. Se requiere de tres a cuatro días de hospitalización y el promedio de recuperación es de aproximadamente seis semanas.
Algunas mujeres son candidatas a otra intervención laparoscópica. El tiempo de recuperación para esta intervención es considerablemente más corto.
La histerectomía es la terapia actual más común para las mujeres que padecen de miomas. Se realiza generalmente en mujeres que hayan completado sus años de maternidad, o bien en quienes entiendan que luego de la intervención no podrán quedar embarazadas.
Es una intervención mínimamente invasiva, lo cual significa que solo requiere una incisión diminuta en la piel. Se lleva a cabo mientras la paciente se encuentra consciente pero sedada: somnolienta y sin sentir ningún tipo de dolor.
Es llevada a cabo por un radiólogo intervencionista, quien realiza una pequeña incisión en la piel (menos de medio centímetro) en la ingle e introduce un catéter dentro de la arteria. El catéter es guiado a través de la arteria hasta el útero mientras que el radiólogo intervencionista observa el progreso de la intervención a través de rayos X en movimiento (fluoroscopia).
Luego inyecta partículas de plástico diminutas del tamaño de granos de arena en la arteria que suministra sangre al mioma. Esto corta el flujo sanguíneo y provoca que el tumor (o los tumores) se encoja. Es entonces, cuando se trata la arteria que se encuentra al otro lado del útero. Por lo general, la embolización de miomas requiere que la paciente permanezca en el hospital durante una noche. Los analgésicos y medicamentos que controlan la inflamación, generalmente, se recetan para continuar con el procedimiento de tratar los espasmos y el dolor, los cuales son los efectos secundarios más comunes. La fiebre es un efecto secundario ocasional y se la trata, por lo general, con acetaminofen. Muchas mujeres reanudan algunas actividades livianas a los pocos días y la mayoría de las mujeres pueden regresar a sus actividades normales en el plazo de una semana.
Los estudios muestran que entre el 78 y el 94 por ciento de las mujeres que se someten a la intervención sienten alivio total o significativo del dolor, del sangrado abundante o de otros síntomas.
La intervención también resulta efectiva para miomas múltiples. Es muy poco común la reaparición de miomas ya tratados. En un estudio en el que se les realizó un seguimiento a las pacientes durante seis años, ningún mioma que había sido embolizado volvió a aparecer.
La embolización de mioma se considera muy segura; sin embargo, existen algunos riesgos asociados, como los hay para casi cualquier intervención médica. La mayoría de las mujeres sufren espasmos y dolores moderados a graves durante fiebre.
Con los medicamentos adecuados, se pueden controlar estos síntomas. Una pequeña cantidad de pacientes ha sufrido infección, la cual, por lo general, se puede controlar con antibióticos. También se ha informado que existe un uno por ciento de posibilidad de lastimar el útero, lo cual puede conducir potencialmente a una histerectomía.
Una pequeña cantidad de pacientes ha comenzado la menopausia luego de la embolización.
Esto es más frecuente que suceda si la mujer se encuentra a mediados de los cuarenta o es mayor y ya se aproxima a la menopausia. La miomectomía e histerectomía también suponen riesgos, entre ellos, la infección y el sangrado que conducen a una transfusión. Las pacientes que se someten a la miomectomía pueden sufrir adherencias, lo que provoca que el tejido y los órganos del abdomen se fusionen juntos, lo cual puede conducir a la infertilidad. Además, el tiempo de recuperación es mucho más largo para la miomectomía abdominal y, por lo general, varía de uno a dos meses.
Un estudio reciente que compara la fertilidad de las mujeres que tuvieron una embolización de mioma uterino con aquellas que tuvieron una miomectomía mostró cifras similares de embarazos exitosos para ambos grupos.
Sin embargo, este estudio todavía no ha sido confirmado por ningún otro investigador y no se puede determinar completamente los efectos a largo plazo de la embolización de mioma uterino en la capacidad de la mujer para concebir.
Para pacientes que tienen molestos síntomas asociados a miomas, que no desean tener más hijos, no quieren perder el útero, no desean someterse a cirugías o someterlos a una cirugía es muy riesgoso, pacientes que desean estar hospitalizados por muy poco tiempo o incluso prefieren un procedimiento ambulatorio.